Centauro, el hombre equino
En la mitología griega encontramos a Quirón, un centauro inteligente, sabio y de buen carácter.
Quirón vivía en una cueva del monte Pelión en Tesalia.
Maestro y educador en música, arte, caza, moral, medicina y cirugía.
Fue tutor de grandes héroes epopéyicos y mitológicos como Aquiles, Áyax, Asclepio, Teseo, Jasón, Aristeo, Acteón y Heracles.
La relación
que trato de tener con mi caballo está cimentada en la confianza mutua. Yo soy
un predador mientras que mi caballo es una presa. Lograr que no exista ningún
tipo de temor entre él y yo es hacerle comprender que no existe ningún motivo
para temerme.
Es por ello,
que en nuestra relación, la violencia está prohibida.
Debo
intentar comprender en todo momento el “lenguaje caballo” para comunicarme con
él. Creo que es más racional tratar de aprender su lenguaje que obligar a éste
a que aprenda el mío, el “lenguaje humano”. El secreto: PACIENCIA y mucha
OBSERVACIÓN.
Es muy
importante para mí observar y analizar el comportamiento equino en cada ocasión
que tengo, tanto si estoy en un hipódromo, en un centro hípico, en el campo y
fundamentalmente incorporando experiencias de otros en relación al
comportamiento de sus caballos.
Persigo
establecer con mi caballo una relación en la que no prime la fuerza. Sí la
persuasión. Y para ello debo encontrar en cada enseñanza el “modo caballo” de
transmitirla.
Tengo un
“lenguaje caballo” y debo encontrar un “modo caballo” de enseñar.
Nada fácil,
pero posible.
Si la
confianza es mutua, la enseñanza y el aprendizaje van surgiendo naturalmente,
sin esfuerzos para ninguno. Al contrario, un caballo que confía en su jinete es
un caballo seguro, equilibrado, que disfruta de la compañía humana.
Mi caballo
ya estaba “domado” antes de adquirirlo pero debido a distintos factores que
modifican su conducta en el día a día o reacciones ante estímulos desconocidos
hasta ese momento, el caballo necesita aprender todos los días.
Todos los días
debemos hacer que su energía potencial de fuga trabaje en beneficio de un
comportamiento armónico, suelto, descontracturado y libre de alertas (o por lo
menos, libre de la mayor cantidad de alertas posibles). Si la energía potencial
almacenada en sus músculos es liberada por acción de su instinto escapista, la
posibilidad de un accidente importante es viable.
El caballo
se desbocó suele escucharse. O también: es imposible frenarlo!.
No se trata
de lograr docilidad o sumisión. Es importante que el caballo, en compañía con
su jinete encuentre SEGURIDAD. Aún el caballo dominante necesita sentirse
seguro.
Mi
comunicación con el caballo parte de lo gestual. Con el tiempo voy compartiendo
sonidos para, de a poco, introducir vocablos específicos que el caballo pueda
asociar con alguna acción determinada. De algún forma mi cuerpo debe ir
acoplándose a su cuerpo de modo de transmitirnos estados de ánimo y de
comportamiento.
También,
dentro del lenguaje utilizo mi respiración y mi aliento. Lo hago porque ellos
lo hacen. Utilizo el hablarles muy bajo cerca de los ollares, tratando de
intercambiar nuestra respiración. Cuando percibo que se produce cierta armonía,
con mis manos acariciando su cuello, susurro en sus oídos. Si la empatía
ocurre, el caballo disminuye su frecuencia respiratoria. Esto lo hago cada vez
que veo a mi caballo y fundamentalmente, si percibo que está nervioso o en un
alerta llamativo. Es una manera de reafirmar en cada encuentro nuestra
CONFIANZA mutua.
Nuestra
tendencia natural es impartir órdenes utilizando la fuerza, el temor, el
sometimiento.
Con el caballo no se debería de proceder de ese modo. Pues, seguramente se
obtendrán caballos sumisos que obedecerán órdenes, pero nunca ocurrirá la magia
de mancomunar dos especies antagónicas en una alianza que increíblemente las
potencia a ambas.
Podríamos
irnos hacia el otro extremo. Muchas veces fracasamos en nuestra relación con el
caballo porque pretendemos humanizarle. Diría que hasta pretendemos que entienda
nuestra manera de pensar. El caballo es caballo, es una presa irracional. Y
nosotros somos seres humanos, predadores racionales.
En
consecuencia, nos cabe la responsabilidad de entenderles a ellos y no ellos a
nosotros.
Estamos obligados a comprender su etología si pretendemos construir con ellos
una asociación provechosa para ambos.
A veces
observamos que cuando dos caballos van a un bebedero, uno de ellos muerde al
otro obligándole a esperar su turno para beber. Esto es así porque el caballo vive
en manada (es gregario) y posee un ordenamiento jerárquico. Hay un caballo
dominante y hay un caballo que obedece. Así de simple, así de sencillo. Luego,
si pretendo que mi caballo me considere su líder debo tomar yo agua antes que
él. El caballo dominante de la manada bebe primero.
Bien, de
este hecho observado surge un pequeño truco que permite establecer liderazgo
frente a él sin castigos ni dolor: Cada vez que voy al bebedero, impido que mi
caballo tome agua primero. Aquí puedo aplicar cualquiera de las consignas de
detención que le hayamos enseñado. Luego, con mi caballo detrás de mí,
introduzco la mano en el bebedero, la sacudo y la vuelvo a introducir (para él
estoy bebiendo primero). Espero unos segundos y permito que beba él. Cuando
termina de beber me retiro del bebedero y para sorpresa, mi caballo me
sigue sin darle ningún tipo de consigna. Sencillamente, el caballo aceptó el
liderazgo naturalmente. No hubo que golpearlo, asustarlo con rebenque o fusta,
ni siquiera hacer un movimiento brusco. Tan solo tuve que observar cómo se
comportan ellos para imitar su comportamiento. Comprendí el lenguaje caballo y
encontré un modo caballo de transmitirlo.
Comprendiendo
el “lenguaje caballo” por observación, encontramos un “modo caballo” de
transmitirlo.
Del mismo
modo podemos observar que cuando dos caballos amigos se acicalan, se ubican a
cada lado y mirándose respectivamente sus grupas. De este modo cada uno protege
la cola del otro. Así dispuestos se muerden entre el pelo sacándose parásitos o
restos de maleza adherida.
En “lenguaje
caballo” sería: soy tu amigo te limpio; eres mi amigo y me limpias.
Si mi
caballo me mordiera suavemente estando yo a su lado al momento de cepillarlo,
por ejemplo, (obsérvese que estoy posicionado del modo en que ellos lo hacen, o
sea, el hacia mi cola y yo hacia su grupa), se podría configurar una situación
de amistad. Esto no tiene que ocurrir porque yo soy su líder, su “caballo
dominante”, luego debo en “lenguaje caballo”, encontrar un “modo caballo” de
explicárselo.
¿De qué
modo? Y otra vez la observación. Si el caballo hubiera mordido amistosamente al
caballo dominante de la manada, éste lo hubiera reprendido con una mordida de
advertencia y seguramente le hubiera levantado sus manos. Entonces, puedo
utilizar un pequeño codazo (ellos lo sienten como una mordida), una
gesticulación de brazos y un ¡NO! Seco. El comprenderá sin más.
Es
importante que el hecho correctivo o la acción de delimitación jerárquica se
haga en el momento de la ocurrencia de la acción a modificar dado que el
caballo no posee raciocinio humano y jamás entendería si corrigiera su proceder
5 minutos más tarde.
Tengamos
presente que nuestro caballo tratará reiteradamente de probar que somos su
líder, por ello, debemos estar atento a mostrarle en cada circunstancia que sí
lo somos.
En realidad
no hay una receta que permita vincularme con mi caballo. Lo más seguro es que
ambos aprendemos con el avance de nuestra relación.
También
cometemos errores. Esto último nos cabe a nosotros, los humanos. Los caballos
no cometen errores porque son caballos, no busquemos más causas. Somos nosotros
los que no hemos interpretado alguna señal de ellos y entonces interpretamos
como errada determinada conducta. Seguramente si hubiéramos observado mejor,
hubiésemos dado las “instrucciones caballo correctas” y la conducta hubiere
sido otra.
Si
encontramos nuestros errores podremos corregirlos. Para ello debemos estar
siempre abiertos a analizar si la conducta o actitud de nuestro caballo no fue
producto de acciones erradas por parte nuestra.
Es
importante considerar también que mucho de lo que haga nuestro caballo es
producto de su genética y de la relación que tuvo con su madre. También es
importante el entorno en el que vive y como lo tratan.
Muchas veces
podemos encontrar a nuestro caballo nervioso y nada tuvo que ver su genética ni
su madre. El petisero o encargado de los establos puede haber tenido una
relación violenta con él, o simplemente su establo está mal ubicado.
Ocurre que
si el establo de mi caballo esta en medio de los establos de dos caballos
dominantes, su estrés será importante porque se encontrará en medio de la lucha
de dos liderazgos.
Hay muchos
factores que influyen constantemente en el desenvolvimiento de su carácter. Es
por ello que al relacionarnos con él debamos observar permanentemente su
actitud. De una correcta apreciación surgirán consignas entendibles para el
caballo y los tiempos de aprendizaje estarán en armonía con los tiempos de
atención y asimilación que el caballo posee.
Nuestra
tarea es hacer de cada encuentro con él un momento de aprendizaje mutuo. Yo
aprenderé alguna señal o conducta nueva y él aprenderá a realizar acciones de
manera más natural.
Por qué digo
esto último?
Ocurre que
naturalmente el caballo no recula, no galopa a la mano, no realiza los giros
cruzando las manos, etc., etc., etc. Las aprende del domador en su período de
doma.
Si logramos
que realice estas actividades prácticamente sin ayudas habremos logrado no
solamente enseñarle, habremos hecho de nuestro caballo un animal más armónico y
seguro en sus movimientos, habremos introducido en él un modo de muscular sus
extremidades con menor riesgo de daños, etc.
Si logramos
caminar, trotar a derecha e izquierda a la mano, si asimismo el galope a
derecha e izquierda se realiza también a la mano, si producimos transiciones
prácticamente imperceptibles, si el frenar puede realizarse en transición o en
seco, si reculamos, si al galopar o trotar en redondo logramos una incurvación
natural, habremos básicamente encontrado el modo de andar con nuestro caballo
como CENTAUROS.
No olvidemos
que el caballo está permanentemente en estado de observación y alerta. Sus ojos
le permiten ver prácticamente los 360º. Salvo por detrás de su cola y por
delante de su nariz, PUNTOS CIEGOS, su visión es completa pero independiente.
Lo que ve
con su ojo derecho no lo coordina cerebralmente con lo que ve con su ojo
izquierdo. Es común que con su ojo derecho esté mirando un perro acercándose y
con su ojo izquierdo esté mirando como lo cepillamos. Si el perro se acerca a
una distancia que él pueda considerar de peligro, su ojo derecho enviará esa
advertencia y su condición escapista activará sus músculos. Prontamente nos
encontraremos con nuestro caballo chocándonos al intentar escapar del supuesto
peligro.
Podemos
hacer en este punto algunas consideraciones:
Hay que
estar siempre atentos a nuestro caballo.
Podrá ser
extremadamente dócil y cooperativo, pero es caballo. La observación en el día a
día de las cosas que lo perturban o lo asustan, nos permitirá encontrar el modo
de mostrarle que no lo dañarán, que no son peligrosas y si lo fueran, deberemos
tener la tranquilidad necesaria para que nuestro caballo las pueda aceptar al
amparo de la seguridad que le transmite su jinete.
Esa
tranquilidad es sinónimo de seguridad. Si su líder está tranquilo y seguro, él
también lo estará.
Recordemos lo de su visión y la imposibilidad que tiene de asociar lo que ve
cada uno. Es por ello que, todo lo que enseñamos a nuestro caballo por el lado
izquierdo lo debemos enseñar por el lado derecho pues no solamente su visión es
bipartita, su cerebro trabaja en dos mitades, izquierda y derecha, de modo
independiente.
Tuve un
caballo al que nunca se le había enseñado a montarle por la derecha (hecho que
a veces intentan las personas zurdas). El día que intentaron montarlo, al
momento de estar el jinete en posición de cruzar su pierna izquierda, levantó
su manos y se corrió. Obviamente el jinete casi acaba en el piso. Claro, nunca
había visto su ojo derecho esa acción que lo tomó por sorpresa y le causo
miedo. Su cerebro izquierdo que había procesado infinidad de montadas por el
lado izquierdo no informó a su cerebro derecho de esta circunstancia.
Quizá,
ocurra como en los humanos y las cosas estén cruzadas: cerebro derecho ojo
izquierdo y cerebro izquierdo con ojo derecho. No lo sé. Sé que cada lado del
caballo es independiente y requiere la misma enseñanza.
El caballo
posee una buena memoria de todo aquello que aprende, pero para que aprenda hay
que reiterar muchas veces cada enseñanza. PACIENCIA es la cualidad que debemos
tener. Pensemos que él también la tiene al permitirnos montarnos.
Así como
sabemos que el caballo es asustadizo por naturaleza, también es muy pero muy
CURIOSO.
Si entramos
en algún campo, pisadero, etc., donde haya caballos sueltos, podremos comprobar
que al vernos, primero nos observan, si avanzamos, rápidamente de alejan, pero
si nos inclinamos y no los miramos, poco a poco comenzarán a acercarse para
analizar quienes somos y que hacemos. Si nuestra actitud es amigable podemos
conseguir que huelan nuestra mano, que huelan nuestra respiración. Estamos a
muy poca distancia de establecer vínculos.
He ahí la
tarea. Establecer vínculos de confianza mutua. Ni él me teme a mí porque no ve
en mí a un predador ni yo le temo a él, porque no persigo dañarlo. Naturalmente
esa honestidad de comportamiento se fusiona y comienza la posible conformación
del CENTAURO, del HOMBRE-CABALLO que significará nuestra asociación.
Es obvio que
nuestro caballo fue domado por un profesional y que fue descosquillado desde
potrillo. Sin embargo yo pongo mucho énfasis en la caricia general antes del
cepillado. Procedo a acariciar su columna para detectar si tiene puntos de
dolor y a su vez para comenzar a conectarme. Luego respiro en sus ollares y
acaricio su cuello, si la relación lo permite porque no hay distracción
importante, apoyo mi frente en su frente, ubico mis manos en cada quijada y
respiro en sus ollares. Terminada esta catarsis prosigo acariciando la región
de la cruz, su lomo, su grupa. Doy pequeños masajes a sus manos y patas y trato
de acariciar mucho sus puntos vulnerables: pecho, panza y la zona del codillo y
babilla. Me parece que está relajado cuando hace ciertos ruidos al respirar y
me deja acariciar su hocico, jugando con sus labios.
En el
cepillado aprovecho para cepillar masajeando en círculos. Utilizo un cepillo de
cerdas sintéticas duras que remueve pelo viejo y suciedad. Luego procedo a
realizar un segundo cepillado circular con cepillo de cerda natural blando. Con
este cepillo quito suciedad en quijadas. Las crines, flequillo y cola, las
desenriedo con un cepillo metálico de dientes separados.
Fundamentalmente
la cola, que le dejo larga para que pueda espantarse insectos molestos, recibe
un peinado que la desenrieda por completo pues además de innumerables nudos que
se forman, se atrapan restos de suciedad, del material de la cama, etc.
Si su relajación
luego del cepillado es alcanzada le doy unos tirones desde la cola para relajar
su columna. Es común observar que en esta circunstancia baje su cabeza
procurando estirar toda su columna produciendo movimientos musculares en su
lomo y su grupa.