viernes, 24 de junio de 2022

Equus ferus caballus

Equus ferus caballus

El caballo (Equus ferus caballus)​ es un mamífero perisodáctilo domesticado de la familia de los équidos. Es un herbívoro perisodáctilo de gran porte, y cuello largo y arqueado poblado por largas crines.

La mayoría de los animales que pastan tienen la pata hendida, es decir, sus patas terminan en dos dedos con casco. Las patas de los caballos, en cambio, terminan en un solo casco. Este rasgo y las piernas largas y poderosas, hacen de los caballos corredores rápidos e incansables. Están perfectamente adaptados para vivir en lugares abiertos, sin sitios para esconderse del peligro.

A la hembra del caballo se le llama yegua y a las crías, si son machos, potros o potrillos, y si son hembras, potras o potrancas. La cría y utilización del caballo por parte del hombre se conoce como ganadería equina o caballar, y su domesticación se remonta a 3600 a. C., en la región de Kazajistán.

Etiología

El término latino utilizado para denominar al caballo era equus, mientras caballus, que derivó en la palabra «caballo», es un término del latín tardío, posiblemente de origen celta, que significa «caballo castrado».​ «Yegua» procede del femenino de equus, «equa».​ A los animales jóvenes en general se los denominaba pullus, textualmente «pollos», que originó la palabra pulliter, pullitri, que derivaría en «potro» o «potrillo».

Taxonomía

Linneo clasificó los caballos domésticos en 1758 en la especie Equus caballus. Al demostrarse que los caballos domésticos actuales y su antepasado silvestre extinto, clasificado como Equus ferus (caballo salvaje), pertenecían a una misma especie, debía asignársele un único nombre científico. Generalmente en casos como este se aplicaría el principio de prioridad usado en la nomenclatura científica, que establece que debe permanecer como nombre específico el primero en haber sido registrado, siendo caballus el más antiguo. Pero la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica determinó en 2003, en la opinión 2027, que los caballos actuales, al igual que otras diecisiete especies domesticadas, debían nombrarse como su variedad salvaje extinta, Equus ferus, para evitar la paradoja de que los linajes anteriores, los silvestres, fueran nombrados como subespecies de sus descendientes. Por lo tanto el nombre específico que prevalece para los caballos actuales es Equus ferus, quedando el término caballus como nombre trinomial que designa a la subespecie doméstica.

Los caballos se clasifican dentro del orden de los perisodáctilos, perteneciendo a la familia de los équidos, a la que también pertenecen los asnos (Equus africanus), el onagro y el kulán (Equus hemionus), el kiang (Equus hemionus kiang) y las cebras, en la que están estrechamente emparentados al pertenecer todos al único género superviviente, Equus.


Craneo de equus y caballo de color isabelo

Evolución

La evolución del caballo puede seguirse a través del registro fósil llamado Eohippus, un pequeño mamífero herbívoro que vivió durante el Eoceno, hace cincuenta y cinco millones de años, en América del Norte. Se supone que de él descienden todos los équidos posteriores, incluido el género Equus.

El Hyracotherium fue alguna vez considerado como uno de los miembros más antiguos de la familia Equidae antes de que su especie tipo, H. leporinum, fuera reclasificada como un paleotérido, un tipo de perisodáctilos relacionados tanto con los équidos como con los brontotéridos.​ A primera vista era similar a un perro pequeño.

La evolución posterior de Hyracotherium le hizo aumentar su altura hasta los 115 cm y perder sus dedos hasta hacerse monodáctilo, es decir, con un solo dedo. Poco a poco, su único dedo se endurecería mediante mutaciones, hasta desarrollar cascos que les permitían huir de los depredadores. En esa época aparecieron a la vez en Norteamérica y Eurasia diversas especies y géneros relacionados.

Parece ser que las especies euroasiáticas desaparecieron; sin embargo, las especies americanas dieron lugar durante el Oligoceno al género Mesohippus, del tamaño de una gacela, que tenía solo tres dedos en las patas delanteras y que ya presentaba pies con forma de casco.​

Algo más tarde, en el Mioceno, a Mesohippus le sucedió Hypohippus y Anchitherium; se cree que ambas especies colonizaron después Eurasia desde América del Norte. Otros descendientes de Mesohippus fueron Miohippus y Merychippus; este último género desarrolló dientes con coronas muy altas, lo que le permitió, a diferencia de Hyracotherium, que pastaba hierba, ramonear las hojas y brotes de árboles y arbustos. Entre los descendientes de Merychippus estaba Hipparion, que durante el Plioceno se desplazó y expandió desde Norteamérica hasta Eurasia, y Pliohippus (primer antepasado de un solo dedo), antecesor de Plesippus y de su sucesor, el caballo moderno, es decir, el género Equus, que apareció hace cinco millones de años.​

Se cree que durante el Pleistoceno, hace unos quince mil años, el género Equus extendió su área de distribución desde Norteamérica a Eurasia y África cruzando el puente de Beringia.​ Hace unos 10 000 años, los caballos se extinguieron en Norteamérica,​ por causas aún desconocidas, quizá por algún cataclismo climático que modificó los ecosistemas americanos.​ Diversos hallazgos en cuevas de Europa indican que el caballo era un animal muy abundante durante la Edad de Piedra en dicho continente; se han encontrado suficientes restos de esqueletos de caballos dentro y en los alrededores de estas cuevas como para afirmar que eran consumidos por el ser humano. El número de caballos disminuyó en el neolítico, cuando Europa estaba cubierta por bosques en su mayor parte. Se han encontrado restos de la Edad del Bronce, embocaduras y piezas de arneses, que demuestran que el caballo ya estaba domesticado en esta época. Esta domesticación siglos más tarde permitió, tras el descubrimiento de América, que los caballos fueran reintroducidos por los conquistadores españoles en el continente que los vio surgir.

Anatomía

Porte

La altura de los caballos, como en los demás cuadrúpedos, se mide hasta la cruz, donde encuentran las escápulas, es decir el punto donde se une el cuello con el lomo del caballo. Se elige como referencia este punto por ser una altura estable que no puede subir o bajar como la cabeza o el cuello.

El tamaño de los caballos varía considerablemente entre las distintas razas, y también está influido por la nutrición. Según su porte las razas de caballo suelen dividirse en tres grupos:

  • pesados o de tiro;
  • ligeros o de silla;
  • ponis y razas miniatura.

La altura de los caballos de silla o ligeros suele oscilar entre 142 y 163 cm y su peso oscila entre 380 y 550 kilogramos.​ Los caballos de silla más grandes tienen una altura a partir de 157 cm y llegan hasta 173 cm, pesando alrededor de 500 a 600 kg.​ Las razas de tiro o pesadas miden generalmente de 163 a 183 cm y pueden pesar entre 700 y 1000 kg.

El ejemplar de caballo más grande registrado en la historia se llamaba Mammoth, probablemente era un shire, que nació en 1848. Medía 220 cm y se estima que llegó a pesar 1500 kg.​ El caballo que actualmente ostenta la marca de menor altura se llama Thumbelina, es una yegua miniatura adulta afectada de enanismo. Mide 43 cm de alto y pesa 27 kg.



Poni

Se denominan ponis a muchas razas de caballo de estatura pequeña, aunque el baremo varía ligeramente según los lugares. El límite que establecen generalmente los países que usan el sistema anglosajón de unidades para considerar a un caballo como un poni es que no supere 147 cm de altura en la edad adulta;​ aunque en Australia el tope es de 142 cm.​ La Federación Ecuestre Internacional, que usa el sistema métrico, establece la altura de corte entre caballos y ponis en 148 cm sin herraduras y 149 cm con herraduras.​ Algunas razas que producen individuos tanto por arriba como por debajo del límite no son consideradas ponis a pesar de su altura.​ En cambio algunas razas de ponis pueden producir individuos que sobrepasen el límite sin perder la denominación de poni.​

La diferencia entre ponis y caballos no es simplemente de altura, sino también de fenotipo, conformación o apariencia, además de temperamento. A menudo los ponis presentan un pelaje más denso en crines, colas y cubierta en general. Además tienen patas proporcionalmente más cortas, con cuerpos más robustos, huesos más pesados, cuellos más cortos y cabezas cortas con amplias frentes. Suelen tener temperamentos muy calmados.​ De hecho, la talla por sí misma no es un factor determinante para la definición de un caballo como poni: mientras que el poni de las Shetland tiene una media que sobrepasa los 102 cm,​ los Falabella y otros caballos miniatura, que no sobrepasan los 86,4 cm (la talla de un perro grande) no son considerados ponis en sus respectivos estándares genealógicos.

Estructura ósea


Un caballo tiene doscientos cinco huesos.​ Su columna vertebral está compuesta por cincuenta y una vértebras. Una diferencia importante entre el esqueleto del caballo y el del humano es que aquel carece de clavículas, los miembros anteriores se unen a la columna mediante poderosos músculos, tendones y ligamentos que sujetan las escápulas. 

Las patas y los cascos de los caballos también son estructuras únicas. La disposición y proporciones de los huesos de sus patas son muy diferentes a las de los humanos. Por ejemplo, la parte del cuerpo llamada «rodilla» en los caballos en realidad está formada por los huesos del carpo, que se corresponden con la muñeca humana. 

Mientras que el corvejón contiene huesos equivalentes al tobillo humano. Los huesos inferiores de la pata del caballo se corresponden con los huesos de la mano o el pie humanos, y los denominados nudillos del caballo son los huesos sesamoideos entre la caña (un único hueso equivalente al metacarpo) y las falanges proximales de los dedos, es decir los nudillos humanos. 

En las extremidades delanteras, el cúbito y radio se han fusionado dando lugar a un único hueso, al igual que ha sucedido con la tibia y el peroné lo que impide que pueda girar lateralmente las manos y pies. Además un caballo no tiene músculos en sus patas por debajo de las rodillas y corvejones, solo tiene piel, tendones, ligamentos, cartílago y huesos, y un tejido córneo especializado para absorber impactos que forma los cascos.​ Todas estas diferencias son adaptaciones de sus extremidades a la carrera, como la reducción del número de dedos de las extremidades a uno solo rodeado de un material córneo llamado casco.

Los huesos de la cabeza del caballo son largos y los de la cara tienen el doble de longitud que los del cráneo. La mandíbula también es larga y posee una superficie ancha y aplanada en la parte inferior de la zona posterior.

Cascos

Los cascos son fundamentales para la estructura de las patas de los caballos.​ 

Los cascos de los caballos en las falanges distales, el equivalente a las puntas de los dedos en los humanos, en el interior están recubiertas de cartílago y otros tejidos blandos especializados ricos en sangre como el tejido laminar. 

El exterior de los cascos está formado por un tejido córneo similar al de las uñas de los humanos.​

El resultado final es que un caballo que pesa una media de 500 kg​ es capaz de desplazarse sobre los mismos huesos que cuando un humano va de puntillas.​ 

La razón por la que a los caballos se les ponen herraduras es que en cautividad desgastan más rápidamente los cascos, por la dureza del pavimento y por el sobrepeso que llevan, que en libertad desplazándose por la tierra. 

Los cascos crecen continuamente y en estado natural se desgastan solos, pero necesitan ser recortados cada cinco o seis semanas en los caballos herrados.

Dientes

Los caballos han adaptado sus dientes para pastar hierba. Los caballos tienen un mínimo de treinta y seis dientes (doce incisivos y veinticuatro molares). 

Un caballo adulto tiene doce incisivos, adaptados para morder y arrancar la hierba y demás vegetación, en la parte frontal de la boca. 

Tienen veinticuatro dientes adaptados a masticar, los premolares y molares, en la parte posterior de la boca. Los machos adultos tienen cuatro dientes adicionales justo tras los incisivos denominados «colmillos» y que no les saldrán hasta que tengan cuatro o cinco años de edad. 

Algunos caballos, tanto machos como hembras pueden desarrollar de uno a cuatro dientes vestigiales muy pequeños delante de los molares, que generalmente se les quitan porque pueden interferir con el bocado. Este espacio entre incisivos y premolares está vacío y es donde se coloca el bocado del arreo del caballo.

Los dientes de los caballos continúan creciendo durante la mayoría de su vida para que puedan pastar correctamente. Los incisivos presentan distintos patrones de crecimiento y desgaste según las edades de los caballos, además del ángulo que presentan las superficies de mordedura, por lo que pueden ser utilizados para medir de forma aproximada la edad del caballo, aunque la dieta y los cuidados a los que son sometidos varían notablemente en las tasas de desgaste.

Aparato digestivo

Los caballos son herbívoros con un aparato digestivo adaptado a consumir una dieta de hierba y otros materiales vegetales durante la mayor parte del día.​ 

En comparación con los humanos tienen un estómago relativamente menor pero unos intestinos mucho más largos que permiten un flujo continuo de nutrientes. Un caballo de 450 kg come entre 7 y 11 kg de comida diariamente, y en condiciones normales bebe de 38 a 45 litros de agua. 

Los caballos no son rumiantes, por lo que solo tienen una cavidad en su estómago, a diferencia de las vacas o las ovejas que tienen cuatro cavidades. Pueden digerir la celulosa de la hierba gracias a que poseen un ciego muy desarrollado, por el que la comida pasa antes de llegar al intestino grueso. A diferencia de los humanos los caballos no pueden vomitar, por eso los problemas digestivos pueden provocarles cólicos que les pueden ocasionar la muerte.

Colores y razas

Los caballos muestran una gran variedad de colores de capa y de razas distintivas, que dan lugar a amplio vocabulario descriptivo especializado. A menudo un caballo se clasifica antes por el color de su capa que por su raza o sexo. 

Los caballos del mismo color de capa se pueden distinguir por alguna marca blanca distribuida a lo largo de sus cuerpos,​ que junto a los patrones moteados se heredan de forma independiente de color de la capa.

Se han identificado muchos genes que dan diferentes colores a la capa de los caballos, aunque continúan las investigaciones para identificar los demás factores que dan origen a distintos rasgos. Una de las primeras relaciones genéticas que se entendieron fue la existente entre el color rojizo recesivo y el dominante negro, que está controlado por el receptor de melanocortina 1. Otros alelos controlan el moteado, el intercalado de pelos blancos, la supresión o dilución del color, y otros efectos que crean las docenas de posibles colores de capa de los caballos.​

Las capas alazana, castaña y negra son los colores equinos básicos. Estos colores son modificados por lo menos diez genes que crean el resto de los colores, incluyendo diluciones como el palomino o los patrones de manchas como los pintos.​

No todos los caballos blancos tienen una capa blanca de nacimiento, a menudo los caballos blancos de mediana edad eran caballos grises al nacer. Los grises nacen con un tono más oscuro y se vuelven grises con la edad, y ambos generalmente tienen la piel negra bajo sus capas de pelo blanco (con la excepción de las pieles rosa bajo las marcas blancas). Solo los caballos que nacen con la capa blanca tienen la piel rosada, algo que es una característica rara.

Capas

La capa de un caballo es la coloración general del pelaje. Cuando hablamos de capa a veces hay que diferenciar los colores de la crin y la cola, y si le cambia el color cuando es joven. Las capas principales son las siguientes, si bien hay muchas variaciones de cada una:

  • Alazán: crin y cuerpo de tono marrón claro o rojizo, como pelirrojo.
  • Albino: no es un verdadero color de capa sino un polimorfismo genético transmisible a la descendencia. El animal albino carece de un enzima, la tirosinasa, que inicia la transformación de la tirosina en el pigmento melanina. La falta de melanina produce caballos blancos y de ojos rojos, que son hipersensibles a la luz. Los caballos con albinismo parcial o total (tobianos parcialmente albinos) se consideran defectuosos y por tanto se les aparta de la reproducción.
  • Bayo: blanco amarillento.41
  • Blanco: es una capa difícil de encontrar; todo el cuerpo debe ser de color blanco, sin ningún otro tono.
  • Castaño, mulato o zaino: marrón oscuro, a veces casi negro; crin y cola pardas o negras.
  • Isabelo: cuerpo de color crema y la crin y la cola de un color más oscuro, pero es distinto a un caballo que posee una capa baya.
  • Negro: capa de color negro. Se admiten zonas blancas en pies y cabeza.
  • Palomino: marrón muy claro, cola y crin blancas o claras. Esta capa es poco común, pero suele ser muy apreciada en algunas razas.
  • Pío: capa de dos colores, raramente tres, en forma de manchas. Blanco y negro (pío negro); blanco y rojo (pío alazán), etc. Existen numerosos variantes según el tamaño y forma de las manchas (overo, tobiano, apalusa, etc.).
  • Ruano: tiene pelos entremezclados de distintos colores que pueden ir desde el alazán hasta el blanco o el negro, con diversos tonos.
  • Tordo: no es completamente blanco, sino una mezcla de pelos blancos, grises y negros. Dependiendo de los tonos oscuros y su distribución, hay diferentes tipos. Nace negro o de otra capa y va aclarándose con el tiempo hasta volverse blanco. Debajo del pelo blanco se puede apreciar que la piel es negra.

Una capa uniforme es aquella que no tiene pelos de otro color.

Manchas

Manchas de color blanco en capas más o menos oscuras. Destacan en la cabeza y en las extremidades. Hay manchas de diferentes tipos y tamaños, los tipos de manchas son los siguientes:

  • La «raya de mulo» es una línea oscura que recorre toda la zona de la espina dorsal del caballo, desde la cruz hasta la cola.

En la cabeza

  • Barra o cordón: tiene una línea blanca de los ojos al hocico, pudiendo ser más o menos ancha.
  • Cabeza de moro: la cabeza es de un tono más oscuro que el cuerpo.
  • Carablanca: la parte frontal de la cara es totalmente blanca, incluyendo la zona de los ojos.
  • Careto: tiene una mancha blanca que se va ensanchando desde la frente hasta el hocico.
  • Corte: tiene una mancha blanca en el hocico.
  • Lucero: tiene una mancha blanca en la frente, que puede ser en rombo, en media luna, en cruz, etc.

En las extremidades

  • Cuando algunas extremidades son blancas, el caballo se denomina albo y se diferencian en:
    • Calzado alto: va desde el casco hasta el codo o la rodilla.
    • Calzado medio: va desde el casco hasta la mitad de la caña.
    • Calzado bajo: va desde el casco hasta el menudillo.
    • Calcetín: fina línea junto al casco.
  • Se dice que un caballo está armiñado cuando tiene alrededor de su corona manchas negras.
  • En cualquier caso se dirá entonces que el caballo está «calzado de...», pero cuando hay más de una extremidad, diremos que el caballo es:
    • Unialbo: cuando solo calza una extremidad, independientemente de cuál sea.
    • Bialbo: cuando calza dos extremidades, independientemente de cuáles sean.
    • Tresalbo: cuando calza tres extremidades.
    • Cuatrialbo: cuando calza las cuatro.

Remolinos

Variación de la dirección del crecimiento del pelo en zonas concretas del cuerpo como en la cruz.

Espejuelos

Zonas de córnea blanda en la parte interna de las extremidades, se los supone vestigios del meñique (quinto dedo) a la altura de las rodillas y los corvejones.


Biología y comportamiento

En la naturaleza los caballos son presas de los depredadores y por ello tienen fuertes instintos de huida y defensa. Su primera reacción ante una amenaza es asustarse y huir pero también son capaces de defenderse cuando no pueden escapar o cuando se amenaza a sus crías. Suelen ser curiosos, y cuando se asustan suelen investigar un instante sobre la causa de su miedo y no siempre huyen al descubrir que hay peligro. 

La mayoría de las razas de silla se han desarrollado por su velocidad, agilidad, resistencia y estado de alerta; cualidades naturales que provienen de sus ancestros salvajes. Aunque por la cría selectiva algunas razas son más dóciles, en especial los caballos de tiro.

Los caballos son animales de manada, con jerarquías claras, liderados por un animal dominante (generalmente una yegua). Por lo tanto, son animales sociales que establecen vínculos de unión con individuos de su propia especie y con otros animales, incluidos los humanos. 

Se pueden comunicar de varias formas, con vocalizaciones y relinchos de varios tonos, mediante el acicalado mutuo y el lenguaje corporal. Muchos caballos son difíciles de manejar si se separan del grupo, pero con entrenamiento, aprenden a aceptar la compañía humana, y así se sienten a gusto separados de otros caballos.​ 

Cuando son encerrados sin compañía y sin recibir ejercicio y estimulación adecuada, pueden desarrollar lo que se llama vicios de establo, varios malos hábitos de origen psicológico, entre los que se incluye la masticación de las maderas, dar coces a las paredes, andar hacia delante y atrás, entre otros problemas.​ 

Los caballos (Al igual que las cebras, Y otras especies de équidos, tanto domésticos como en estado salvaje), poseen una curiosa conducta de defensa ante depredadores, humanos y otros caballos hostiles, que atacan o agreden a un individuo por la región trasera de su cuerpo, que consiste en patear, con sus dos patas traseras, directo hacia sus agresores, ubicados atrás. Esta clase de patadas propinadas por équidos, se les conoce como "coz". Se ha estimado que un caballo puede entregar aproximadamente 1000 kg de fuerza en una coz.


Reproducción

El caballo alcanza la madurez sexual a los cuatro años. La gestación dura unos once meses, y la hembra da a luz una única cría (el nacimiento de gemelos es algo raro como los partos de tres o más potrillos, y se da más en yeguas de edad avanzada). 

Los caballos domésticos pueden tener dificultades en el acoplamiento sexual por lo que, en ciertas ocasiones, a la hora de fecundar a la hembra se hace necesario que dirija el pene del caballo una persona, a la que se la llama «mamporrero».

Edad

Tienen una vida media de 25 a 40 años en cautividad y en libertad viven en torno a los 25 años. 

La inclinación y desgaste de los dientes incisivos se incrementa con el tiempo y sirve para determinar la edad del caballo. 

Es normal que en cualquiera de los casos vivan algo más. La madurez no la alcanzan hasta los 4 años, cuando dejan de ser potros (potrancas en el caso de que sean hembras). A esa edad se los comienza a domar y a montar. 

A los cuatro años son considerados caballos adultos, y tienden a tranquilizarse. Un caballo con buena salud puede ser montado hasta bien entrados los 20 años.

Temperamento

Por su temperamento las razas se dividen en:

  • Caballos de sangre fría: son aquellos de temperamento muy tranquilo, por lo general este tipo de caballos son de razas pesadas como el percherón, clydesdale, etc.
  • Caballos de sangre tibia: son conocidos comúnmente como warmblood, son razas obtenidas del resultado de la cruza de caballos de sangre fría con caballos de sangre caliente. Obteniendo de los primeros su tranquilidad y docilidad y de los segundos su agilidad y ligereza. Los más conocidos son los de origen alemán (hannoveriano, westfaliano, trakener, etc.), pero existen warmbloods de otros países.
  • Caballos de sangre caliente: son caballos de temperamento alerta y nervioso. Tres de las razas características de este tipo de caballo son el árabe, el pura sangre inglés y el pura raza española.

Aires

Se llaman aires a las diferentes formas de desplazarse que tiene el caballo. El caballo tiene tres aires naturales: paso, trote y galope. Se denomina bípedo al apoyo conjunto de dos pies.

Se denomina tranco al ciclo de pisadas, desde que apoya un pie hasta que lo vuelve a apoyar. Cada secuencia nos marca un tranco del caballo en cada aire. En la siguiente imagen, se muestran las secuencias de cada aire.

Paso

El paso es el aire más lento, con cuatro tiempos. El caballo en este aire avanza en bípedo lateral (es decir, avanza el pie derecho y después la mano derecha, seguido por el pie izquierdo antes de la mano izquierda). Es un aire marchado, pues siempre hay dos o tres pies apoyados en el suelo dependiendo del momento, y simétrico, porque el movimiento del bípedo diagonal izquierdo se repite de manera idéntica en el bípedo contrario. Se calcula que su velocidad media es de 6 a 7 km/h en un caballo de estatura media.

Trote

El trote es un aire más rápido que el paso, de dos tiempos (dos bípedos diagonales), simétrico y saltado (porque en un momento determinado, el caballo queda en suspensión, sin ningún pie apoyado en el suelo).El trote puede ser de trabajo (a buen ritmo), reunido (un aire cadenciado, lento y elevado) o largo (en el que el caballo alcanza la mayor amplitud de tranco; no por ello es el más rápido). Hay dos formas de montar al trote:

  • Trote sentado: en el cual, mientras el caballo va trotando, el jinete mantiene las posaderas en el asiento, y debe seguir el movimiento del caballo con la cadera.
  • Trote levantado: mientras el caballo trota, el jinete se va levantando al mismo tiempo que él, en un momento en que el animal le impulsa hacia arriba. Para hacer bien el trote levantado (lo que se llama «trotar a la mano») siempre hay que fijarse en que, cuando el hombre se eleva, coincide con el momento en que la mano (es decir la pata delantera) derecha del caballo se levanta también.

Se calcula que la velocidad media del trote es de casi 15 km/h en un caballo de estatura media.

Galope

El galope es el aire más rápido, pero el caballo se agota antes y no tiene independencia respiratoria. La velocidad máxima que alcanza un caballo al galope es de 65 km/h. Al apoyar las manos en el suelo, está obligado a expulsar el aire y por ello no puede acelerar su frecuencia respiratoria a voluntad. 

Es el único aire asimétrico (tiene tres tiempos, durante el cuarto se encuentra en el aire). El caballo puede galopar «a mano derecha» o «a mano izquierda». En el galope a la derecha, por ejemplo, el bípedo derecho avanza más que el izquierdo. Galopar a las diferentes manos les permite girar cómoda y equilibradamente al lado (o mano) al que galopan. 

Se calcula que la velocidad media del galope es de 20 km/h en un caballo de estatura media, aunque caballos entrenados para la carrera pueden alcanzar velocidades superiores.

Patrones de sueño

Los caballos son capaces de dormir tanto de pie como tumbados. Los caballos pueden echar un sueño ligero de pie, debido a que pueden bloquear la articulación de la babilla sin tener que sostener su peso con los músculos,​ aunque necesitan tumbarse para alcanzar el sueño profundo, el estado REM. 

Los caballos duermen mejor cuando están en grupo debido a su tendencia natural de hacer turnos y que siempre haya alguno haciendo guardia, por si apareciera un depredador. Un caballo que está solo no dormirá bien, ya que su instinto le hace permanecer alerta ante cualquier posible peligro.​

Al contrario que los humanos los caballos no duermen de forma continua, sino dividiendo el periodo de sueño en pequeños bloques. Los caballos descansan de pie de cuatro a quince horas diarias, aunque solo se echarán a dormir durante unos pocos minutos varias veces durante ese periodo. 

El tiempo total de sueño en un periodo de veinticuatro horas puede oscilar entre varios minutos y un par de horas,​ la mayoría en intervalos cortos de unos quince minutos cada uno,​ aunque solo necesitan tumbarse una o dos horas cada pocos días para alcanzar sus requerimientos de sueño REM mínimo.​ Si no se permite a un caballo tumbarse, tras varios días mostrará síntomas de sueño, y en algunos casos raros puede caerse mientras entra involuntariamente en el sueño REM estando de pie.

Lenguaje corporal

Estudios recientes han demostrado que los caballos muestran expresiones faciales variadas según la situación y su estado de ánimo. 

Esto ha permitido diseñar y publicar un método, llamado EquiFACS, —por las iniciales en inglés de Facial Action Coding Systems, «sistemas de codificación de acción facial»— que permite conocer el estado de ánimo del animal para varios objetivos. 

Sus creadoras son las investigadoras de la Universidad de Sussex (Reino Unido), Jen Wathan, Anne M Burrows y Karen McComb.


Caballos famosos

Muchos son los caballos que han pasado a la posteridad a causa de sus célebres dueños, entre la historia y la literatura, destacan los siguientes: 

Victoria en Tebas y Mut está satisfecha (caballos del carro de guerra de Ramsés II), 

Blanchard (de Carlomagno), 

Kanthaka (del príncipe Siddhartha; le ayudó a escapar de su palacio en el momento de su renuncia al mundo para dedicarse a la vida ascética), 

Bucéfalo (el de Alejandro Magno), 

Estrategos (de Aníbal),

Genitor (de Julio César) 

Incitato (de Calígula), 

Othar (el tarpán de Atila), 

Lazlos (de Mahoma), 

Babieca (el de el Cid), 

Dug (de Gengis Kan), 

Blanco (de Juana de Arco), 

Molinero (de Hernán Cortés), 

Marengo (de Napoleón), 

Palomo (de Simón Bolívar), 

Comanche (el único superviviente del 7.º de Caballería en la batalla de Little Big Horn), 

As de Oros (de Emiliano Zapata), 

Siete leguas (de Pancho Villa), 

Mandyju (de Francisco Solano López), 

Secretariat e Hidalgo (de Frank T. Hopkins). 


La mitología también hizo famosos a varios caballos como: 

Pegaso de Belerofonte, 

Janto y Balio de Aquiles, 

las yeguas de Diomedes, 

los establos de Augías (su limpieza constituyó uno de los doce trabajos de Hercules), 

Sleipner (el caballo con ocho patas de Odín), 

Thowra (caballo mítico de la población indígena de Australia); 


y por supuesto, también la literatura, como por ejemplo:

Rocinante (caballo de don Quijote de la Mancha), 

Tornado (del Zorro), 

Silver (del Llanero solitario), 

Tiro al Blanco (de la franquicia Toy Story), 

Sombragrís (de Gandal)f e 

Imperioso (de Jesús Gil)

Fuente Wikipedia

lunes, 8 de abril de 2013

De la domesticación equina


De la Domesticación Equina

También podés encontrar temas interesantes en http://www.actiweb.es/caballocriollo/

Domesticar un caballo es acostumbrarlo a convivir e interactuar con seres humanos.

Existen 4 factores que resultan de vital importancia en la domesticación. 

El primero de ellos es el conocimiento; conocimiento que debe tener el domesticador de la etología equina y conocimiento que debe tener de sí mismo. 

Conoce a tu caballo y conócete a ti mismo es la consigna que debiera adoptarse como punto de partida.

Como segundo factor en la domesticación debemos resaltar la confianza. El arte de la domesticación se dá en la confianza mutua. Por lo tanto, el predador en este caso el ser humano y la presa específicamente el caballo, deben confiar el uno en el otro. 

Dado que el equino está naturalmente dotado para el escapismo, desde el primer contacto debemos transmitir pasividad y mansedumbre. Por ejemplo, al acercarnos a un caballo que no conocemos nuestro cuerpo debe adoptar una posición que emane tranquilidad, deben evitarse posiciones agresivas, movimiento ampulosos de brazos, manos abiertas en posición de garras, etc. 

En consecuencia es importante que los brazos permanezcan caídos y cerca del cuerpo, la cabeza inclinada hacia abajo y la mirada no enfocada al equino, ese posicionamiento permite acercarnos a un caballo sin activar los alertas de huída.

Tercer factor de relevante importancia es el tiempo, en realidad, el tiempo-caballo. El tiempo que insume la domesticación equina está regido por el tiempo de asimilación que cada equino en particular posea. Jamás debemos pretender obligar a que el tiempo de aprendizaje se vincule con nuestras expectativas de progreso y menos que esté en función de un tiempo contractual de trabajo.

El equino realiza progresos de aprendizaje y acepta al ser humano en etapas sucesivas. Esas etapas deben transitarse de acuerdo a la calidad de recepción de las mismas y repetirse tantas veces como sea necesario para que cada elemento de aprendizaje adquirido quede fijo y se incorpore como conducta nueva.

No olvidar que estamos incorporando códigos nuevos de conducta que deben armonizar con los códigos de conducta propios que posee el equino en estado natural.

La domesticación es la naturalización de la actitud equina. Actitudes y códigos humanos son incorporadas por persuasión y repetición en el vademécum de actitudes equinas. El equino aprende a caminar hacia atrás, a doblar a izquierda y derecha por giro de cabeza mediante un gesto humano determinado, aprende a cambiar los aires según gusto del jinete, sabe cuando frenar y cómo hacerlo, etc.

Toda domesticación que no respete los tiempos equinos obtiene una relación hombre-equino adversa. El equino podrá ejecutar mil y una prueba pero su cuerpo no se moverá naturalmente y sufrirá de problemas musculares, articulares, neurológicos, psicológicos, de conducta, entre otros.

El cuarto factor es el mando que se deberá ejercer durante el tiempo de domesticación y en la relación general hombre-caballo. El caballo, naturalmente, es un animal de manada donde existe una relación jerárquica que permite la convivencia y que se expresa según conductas de dominancia. En consecuencia, el caballo tratará siempre de ejercer dominancia sobre su domesticador o sobre su jinete.

Luego, a efectos de establecer dominancia del hombre sobré él de manera que la domesticación sea eficiente y eficaz, el mando debería poseer sabiduría, sinceridad, disciplina y benevolencia.

Sabiduría para permitirnos aprender del equino todo lo concerniente a su comportamiento.

Sinceridad porque en todo momento debemos ser sinceros con el caballo. El debe instintivamente comprender que la domesticación conlleva a un disfrutar juntos una relación “centauro”. Debemos desechar cualquier metodología que conlleve castigo físico.

Disciplina porque la domesticación requiere establecer metodologías y rutinas de aprendizaje y evaluación.

Benevolencia porque debemos pensar como equinos y no pretender que ellos piensen como humanos. Comprender y tolerar los instintos del caballo nos acerca a la sabiduría equina.
No comprender lo desventajoso que significa el sometimiento del equino a nuestra voluntad es no comprender lo ventajoso que resulta el establecer una relación armoniosa.

Si el equino es maltratado en su boca, por ejemplo, por utilización de dispositivos agresivos e impericia de riendas su actitud puede parecer violenta y hasta peligrosa. La responsabilidad no recae en el animal sino en el jinete que muchas veces sin saberlo está infligiendo dolor. Ese mismo equino conducido por otro jinete puede parecer el más manso de la tropilla. El equino es el mismo. Varió el jinete. Varió la relación hombre-equino.

Resulta pues de importancia vital que la relación hombre-equino sea óptima desde lo más temprano posible en la vida del animal. Se evitarán conductas viciadas, resabios agresivos, actitudes intempestivas, etc.

La manera más rápida de tener un equino domesticado es insumiendo todo el tiempo equino necesario para llegar a ese objetivo.

El domesticador debe en todo momento crear situaciones que permitan armonizar el tiempo-caballo de aprendizaje con las necesidades que se le pedirá a cada caballo en particular. No será igual la rutina de enseñanza de un caballo de polo que la requerida a un caballo de salto o turf, por ejemplo.

Cuando analizamos el tiempo caballo hay que considerar que ese tiempo está íntimamente relacionado con un tiempo bio-rítmico. Tal es así que hay caballos que aprenden mejor de noche que de día o tarde. Igualmente, debe tenerse en cuenta que rutinas adquiridas pueden conspirar con el tiempo de aprendizaje.

martes, 19 de marzo de 2013

El caballo en movimiento

El caballo en movimiento
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Desde el punto de vista cinético conviene estudiar sus extremidades considerándolas a cada una de manera individual.

El modo combinatorio que el caballo realiza con sus extremidades nos permite observar características biomecánicas diferentes: los aires.

Cada miembro en movimiento cuenta con dos fases: Una fase de apoyo y una fase de suspensión.

Cuando un miembro va a apoyar en el suelo, lo normal es que apoye primero con los talones:

La fase de apoyo es cuando el miembro está en contacto con el suelo. Esta fase puede, a su vez, dividirse en dos subfases, la subfase de contención y la subfase de propulsión.

Entre estas dos subfases encontramos una posición de apoyo medio. Esta posición es definida como el instante en el cual el metacarpo está en posición vertical.

La fase de suspensión es cuando el miembro se levanta y es llevado hacia delante para ser de nuevo puesto en contacto con el suelo.

Cada ciclo de movimiento es denominado tranco y se lo define como la distancia desarrollada por una extremidad desde que está en una posición determinada y vuelve a ella.

Al efectuar análisis biomecánicos de las extremidades se suele adoptar el tranco como la distancia desarrollada por una extremidad en la fase de apoyo, esto es, desde que la extremidad apoya hasta que vuelve a hacerlo.

Dentro del concepto del tranco encontramos dos parámetros vinculados a él: la amplitud y la frecuencia.

La amplitud del tranco es la distancia desarrollada por la extremidad en la fase de apoyo, tal lo describiéramos anteriormente.

La frecuencia, es el tiempo en producir esta amplitud. En equinomecánica se utiliza la unidad ap/min o apoyos por minuto.

Cuando analizamos la combinación de movimientos realizadas por las cuatro extremidades, encontramos que el caballo produce 3 tipos de movimientos: Paso, Trote y Galope.

En la jerga equina a estos movimientos los definimos como aires. Existen variaciones y modalidades dentro de estos aires y hasta aires no naturales como la ambladura o determinados pasos desarrollados por la Alta Escuela.

Cuando un caballo realiza sus apoyos contralaterales con igual frecuencia decimos que su aire es simétrico. En caso contrario diremos que realiza un aire asimétrico.

Con este sistema realizo los aires de paso, trote y galope. El sistema consiste en colocar una sudadera (puede no usarse) y una estribera que te permita realizar el trote levantado y el galope sobre los estribos.
Los estribos son de aluminio, los mismos que se utilizan en hipismo. Sería indistinto utilizar de plástico. En realidad lo que persigo es incorporar la menor cantidad de peso.
Si se tiene la agilidad para montar dando un pequeño impulso, puede dejarse la cincha menos apretada lo que mejora el aire.
En particular, realizo los 3 aires en pelo y utilizo la estribera tanto para realizar trote levantado y galope sobre estribos como para habituar al caballo a llevar cincha, en caso de tener que utilizarse una montura para travesías largas.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Hábitos, nutrición y comportamiento

Hábitos, nutrición y comportamiento



Quirón, el célebre centauro mitológico, al morir, ascendió al cielo y se convirtió en la constelación Sagitario.
A Quirón se lo considera el primer veterinario pués aplicó sus conocimientos médicos para curar a los animales.

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Dado que el sentido del oído del caballo está muy desarrollado es necesario observar sus orejas. 

El modo de orientarlas puede ayudarnos a predecir muchas conductas. 

Básicamente, el caballo orienta sus orejas hacia el lugar donde se ha producido la fuente sonora detectada.

Escucha mejor los sonidos graves que los agudos o estridentes. Su alcance es importante. Es normal que escuche a otros caballos relinchar y nosotros no oirlos.

Si tiene sus orejas bien erguidas y en movimiento, es que está alerta y vigilante a la fuente sonora. Ocurre normalmente que si le hablamos estando montados, oriente una de sus orejas hacia nosotros y la otra permanezca en movimiento, detectando las distintas fuentes sonoras de su entorno.

Si sus orejas se inclinan hacia adelante es probable que la fuente sonora le esté inquietando. 

Lo óptimo sería tratar de visualizar si el sonido puede estar asociado a algún elemento que pueda producirle miedo.

Cierta vez, cabalgando por un camino de tierra, noté a mi caballo modificar el movimiento de su cabeza. Orientó sus orejas hacia adelante y cambió su mirada. En segundos un quads se vió a lo lejos viniendo hacia nosotros. Al acercarse, algo modificó su actitud: Se puso muy nervioso. Obviamente nunca había visto un quads y oído su ruido. 

Traté de pensar como caballo: “Hacia nosotros venía un monstruo muy ruidoso, levantando mucho polvo y con actitud agresiva”. Así lo estaría sintiendo él, pensé. 

Me bajé y me mantuve junto a él acariciando su cuello y esperando que pasara el quads. Mi caballo tuvo un movimiento nervioso al momento del paso pero pudo superarlo. El monstruo no lo había atacado ni dañado; simplemente había pasado. 

Al otro día volví a transitar el mismo camino y pudimos cabalgar tranquilos a pesar de haber sido superados por motocicletas, quads y bicicletas.

El estar atentos al comportamiento de sus orejas nos advierte muchas veces que una situación potencialmente peligrosa puede evitarse.

Dijimos que percibe mejor los sonidos de baja frecuencia o graves. Esto es importante saberlo porque es mejor enseñarle en voz baja, modulada y serena que en voz alta, gritando y sin modulación.

Quizás podría pensarse que el quitar los pelos que recubren el interior de sus orejas mejorará su capacidad auditiva. Error. Al quitar esos pelos, estamos permitiendo que ingresen parásitos externos e insectos que podrían afectarle seriamente.

Un aspecto que no debemos olvidar es hábito. 

El caballo es un animal de hábitos. Si se acostumbra a una rutina diaria es muy difícil modificarla transitoriamente. 

Por ejemplo, mi caballo comparte pensión con un centenar de caballos, yeguas y padrillos. El pensionado tiene la rutina de dar una ración de avena muy temprano, luego, saca a los animales de sus establos alrededor de las 8 de la mañana. Simplemente se les abre la puerta y ellos solitos se dirigen a los respectivos picaderos o zonas de trabajo. En esos lugares, provistos de bebederos, se les dá una ración (pencas) de alfalfa y allí permanecen hasta las 3, donde se les vuelve a dar alfalfa. Alrededor de las 5 de la tarde se abren las tranqueras de los picaderos y así como salieron, ahora, solitos, cada uno se dirige a su establo. Dentro de los mismos se les dá una segunda ración de avena hasta el otro día. Obviamente, cada establo cuenta con alimentador de avena y bebedero.

Un dato antes de continuar: Es importante humedecer la avena antes de darla para evitar que se hinche dentro de la panza del animal.

En la rutina hay un aspecto que habría que estudiar mejor: La alfalfa y pastos en general, prácticamente no permanecen en el estómago. Pasan directamente al intestino delgado y grueso, siendo en este último que la acción bacteriana permite la asimilación de nutrientes. En cambio, los granos como la avena, permanecen en el estómago el tiempo químico necesario de degradación para que los nutrientes puedan ser extraídos en su paso por el grueso.

Esto es, la avena necesita más acción química de degradación que los yuyos. Entonces habría que dar primero los yuyos, los que pasarán rápidamente por el estómago al intestino delgado y luego los granos, que permanecerán en proceso digestivo un tiempo mayor en el estómago.

Si les diéramos primero la avena y a continuación la alfalfa, muchos granos de avena serán arrastrados del estómago por la alfalfa hacia el intestino. 

Esto lo visualizaremos observando las boñigas (cada una de pelotitas de bosta) defecadas. 

Aparecerán en ellas granos de avena sin procesar. Los mismos fueron arrastrados directamente al intestino delgado y grueso sin el proceso digestivo de los ácidos gástricos que permite “ablandarlos”.

Otro dato a tener en cuenta: Los granos son grandes proveedores de energía. Luego, si esta energía incorporada no puede ser disipada porque el caballo no realiza actividad alguna, dos posibles consecuencias son de fácil ocurrencia. En primer lugar, nuestro caballo engordará más de lo necesario. En segundo lugar, la energía potencial alojada en sus músculos provocará irritación, nerviosismo y deseos de correr. 

Lógico, el caballo busca naturalmente el equilibrio metabólico. La energía excedente debe ser eliminada y esa necesidad biológica puede ser un factor de riesgo.

Es conveniente en esos casos, antes de montarlo, hacerlo caminar, trotar y galopar a la cuerda (en ese orden), a fin de permitir que al subirnos su comportamiento sea más moderado. 

Ya montados podremos hacer más actividades que le favorecerán no solamente en su reacomodamiento energético, sino también en su refuerzo comunicacional con nosotros.

Volviendo a los hábitos que tiene el caballo estabulado, es importante para el jinete conocerlos. Observar su rutina diaria nos indica qué momentos son los más apropiados para montarle, para enseñarle y fundamentalmente para exigirle alguna actividad específica.

Es muy probable que si deseamos montar un caballo a minutos de su ingesta rutinaria de granos (muy apreciados por ellos), su comportamiento va a resultar distraído, desinteresado, molesto y muchas veces PELIGROSO.