lunes, 8 de abril de 2013

De la domesticación equina


De la Domesticación Equina

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Domesticar un caballo es acostumbrarlo a convivir e interactuar con seres humanos.

Existen 4 factores que resultan de vital importancia en la domesticación. 

El primero de ellos es el conocimiento; conocimiento que debe tener el domesticador de la etología equina y conocimiento que debe tener de sí mismo. 

Conoce a tu caballo y conócete a ti mismo es la consigna que debiera adoptarse como punto de partida.

Como segundo factor en la domesticación debemos resaltar la confianza. El arte de la domesticación se dá en la confianza mutua. Por lo tanto, el predador en este caso el ser humano y la presa específicamente el caballo, deben confiar el uno en el otro. 

Dado que el equino está naturalmente dotado para el escapismo, desde el primer contacto debemos transmitir pasividad y mansedumbre. Por ejemplo, al acercarnos a un caballo que no conocemos nuestro cuerpo debe adoptar una posición que emane tranquilidad, deben evitarse posiciones agresivas, movimiento ampulosos de brazos, manos abiertas en posición de garras, etc. 

En consecuencia es importante que los brazos permanezcan caídos y cerca del cuerpo, la cabeza inclinada hacia abajo y la mirada no enfocada al equino, ese posicionamiento permite acercarnos a un caballo sin activar los alertas de huída.

Tercer factor de relevante importancia es el tiempo, en realidad, el tiempo-caballo. El tiempo que insume la domesticación equina está regido por el tiempo de asimilación que cada equino en particular posea. Jamás debemos pretender obligar a que el tiempo de aprendizaje se vincule con nuestras expectativas de progreso y menos que esté en función de un tiempo contractual de trabajo.

El equino realiza progresos de aprendizaje y acepta al ser humano en etapas sucesivas. Esas etapas deben transitarse de acuerdo a la calidad de recepción de las mismas y repetirse tantas veces como sea necesario para que cada elemento de aprendizaje adquirido quede fijo y se incorpore como conducta nueva.

No olvidar que estamos incorporando códigos nuevos de conducta que deben armonizar con los códigos de conducta propios que posee el equino en estado natural.

La domesticación es la naturalización de la actitud equina. Actitudes y códigos humanos son incorporadas por persuasión y repetición en el vademécum de actitudes equinas. El equino aprende a caminar hacia atrás, a doblar a izquierda y derecha por giro de cabeza mediante un gesto humano determinado, aprende a cambiar los aires según gusto del jinete, sabe cuando frenar y cómo hacerlo, etc.

Toda domesticación que no respete los tiempos equinos obtiene una relación hombre-equino adversa. El equino podrá ejecutar mil y una prueba pero su cuerpo no se moverá naturalmente y sufrirá de problemas musculares, articulares, neurológicos, psicológicos, de conducta, entre otros.

El cuarto factor es el mando que se deberá ejercer durante el tiempo de domesticación y en la relación general hombre-caballo. El caballo, naturalmente, es un animal de manada donde existe una relación jerárquica que permite la convivencia y que se expresa según conductas de dominancia. En consecuencia, el caballo tratará siempre de ejercer dominancia sobre su domesticador o sobre su jinete.

Luego, a efectos de establecer dominancia del hombre sobré él de manera que la domesticación sea eficiente y eficaz, el mando debería poseer sabiduría, sinceridad, disciplina y benevolencia.

Sabiduría para permitirnos aprender del equino todo lo concerniente a su comportamiento.

Sinceridad porque en todo momento debemos ser sinceros con el caballo. El debe instintivamente comprender que la domesticación conlleva a un disfrutar juntos una relación “centauro”. Debemos desechar cualquier metodología que conlleve castigo físico.

Disciplina porque la domesticación requiere establecer metodologías y rutinas de aprendizaje y evaluación.

Benevolencia porque debemos pensar como equinos y no pretender que ellos piensen como humanos. Comprender y tolerar los instintos del caballo nos acerca a la sabiduría equina.
No comprender lo desventajoso que significa el sometimiento del equino a nuestra voluntad es no comprender lo ventajoso que resulta el establecer una relación armoniosa.

Si el equino es maltratado en su boca, por ejemplo, por utilización de dispositivos agresivos e impericia de riendas su actitud puede parecer violenta y hasta peligrosa. La responsabilidad no recae en el animal sino en el jinete que muchas veces sin saberlo está infligiendo dolor. Ese mismo equino conducido por otro jinete puede parecer el más manso de la tropilla. El equino es el mismo. Varió el jinete. Varió la relación hombre-equino.

Resulta pues de importancia vital que la relación hombre-equino sea óptima desde lo más temprano posible en la vida del animal. Se evitarán conductas viciadas, resabios agresivos, actitudes intempestivas, etc.

La manera más rápida de tener un equino domesticado es insumiendo todo el tiempo equino necesario para llegar a ese objetivo.

El domesticador debe en todo momento crear situaciones que permitan armonizar el tiempo-caballo de aprendizaje con las necesidades que se le pedirá a cada caballo en particular. No será igual la rutina de enseñanza de un caballo de polo que la requerida a un caballo de salto o turf, por ejemplo.

Cuando analizamos el tiempo caballo hay que considerar que ese tiempo está íntimamente relacionado con un tiempo bio-rítmico. Tal es así que hay caballos que aprenden mejor de noche que de día o tarde. Igualmente, debe tenerse en cuenta que rutinas adquiridas pueden conspirar con el tiempo de aprendizaje.

martes, 19 de marzo de 2013

El caballo en movimiento

El caballo en movimiento
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Desde el punto de vista cinético conviene estudiar sus extremidades considerándolas a cada una de manera individual.

El modo combinatorio que el caballo realiza con sus extremidades nos permite observar características biomecánicas diferentes: los aires.

Cada miembro en movimiento cuenta con dos fases: Una fase de apoyo y una fase de suspensión.

Cuando un miembro va a apoyar en el suelo, lo normal es que apoye primero con los talones:

La fase de apoyo es cuando el miembro está en contacto con el suelo. Esta fase puede, a su vez, dividirse en dos subfases, la subfase de contención y la subfase de propulsión.

Entre estas dos subfases encontramos una posición de apoyo medio. Esta posición es definida como el instante en el cual el metacarpo está en posición vertical.

La fase de suspensión es cuando el miembro se levanta y es llevado hacia delante para ser de nuevo puesto en contacto con el suelo.

Cada ciclo de movimiento es denominado tranco y se lo define como la distancia desarrollada por una extremidad desde que está en una posición determinada y vuelve a ella.

Al efectuar análisis biomecánicos de las extremidades se suele adoptar el tranco como la distancia desarrollada por una extremidad en la fase de apoyo, esto es, desde que la extremidad apoya hasta que vuelve a hacerlo.

Dentro del concepto del tranco encontramos dos parámetros vinculados a él: la amplitud y la frecuencia.

La amplitud del tranco es la distancia desarrollada por la extremidad en la fase de apoyo, tal lo describiéramos anteriormente.

La frecuencia, es el tiempo en producir esta amplitud. En equinomecánica se utiliza la unidad ap/min o apoyos por minuto.

Cuando analizamos la combinación de movimientos realizadas por las cuatro extremidades, encontramos que el caballo produce 3 tipos de movimientos: Paso, Trote y Galope.

En la jerga equina a estos movimientos los definimos como aires. Existen variaciones y modalidades dentro de estos aires y hasta aires no naturales como la ambladura o determinados pasos desarrollados por la Alta Escuela.

Cuando un caballo realiza sus apoyos contralaterales con igual frecuencia decimos que su aire es simétrico. En caso contrario diremos que realiza un aire asimétrico.

Con este sistema realizo los aires de paso, trote y galope. El sistema consiste en colocar una sudadera (puede no usarse) y una estribera que te permita realizar el trote levantado y el galope sobre los estribos.
Los estribos son de aluminio, los mismos que se utilizan en hipismo. Sería indistinto utilizar de plástico. En realidad lo que persigo es incorporar la menor cantidad de peso.
Si se tiene la agilidad para montar dando un pequeño impulso, puede dejarse la cincha menos apretada lo que mejora el aire.
En particular, realizo los 3 aires en pelo y utilizo la estribera tanto para realizar trote levantado y galope sobre estribos como para habituar al caballo a llevar cincha, en caso de tener que utilizarse una montura para travesías largas.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Hábitos, nutrición y comportamiento

Hábitos, nutrición y comportamiento



Quirón, el célebre centauro mitológico, al morir, ascendió al cielo y se convirtió en la constelación Sagitario.
A Quirón se lo considera el primer veterinario pués aplicó sus conocimientos médicos para curar a los animales.

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Dado que el sentido del oído del caballo está muy desarrollado es necesario observar sus orejas. 

El modo de orientarlas puede ayudarnos a predecir muchas conductas. 

Básicamente, el caballo orienta sus orejas hacia el lugar donde se ha producido la fuente sonora detectada.

Escucha mejor los sonidos graves que los agudos o estridentes. Su alcance es importante. Es normal que escuche a otros caballos relinchar y nosotros no oirlos.

Si tiene sus orejas bien erguidas y en movimiento, es que está alerta y vigilante a la fuente sonora. Ocurre normalmente que si le hablamos estando montados, oriente una de sus orejas hacia nosotros y la otra permanezca en movimiento, detectando las distintas fuentes sonoras de su entorno.

Si sus orejas se inclinan hacia adelante es probable que la fuente sonora le esté inquietando. 

Lo óptimo sería tratar de visualizar si el sonido puede estar asociado a algún elemento que pueda producirle miedo.

Cierta vez, cabalgando por un camino de tierra, noté a mi caballo modificar el movimiento de su cabeza. Orientó sus orejas hacia adelante y cambió su mirada. En segundos un quads se vió a lo lejos viniendo hacia nosotros. Al acercarse, algo modificó su actitud: Se puso muy nervioso. Obviamente nunca había visto un quads y oído su ruido. 

Traté de pensar como caballo: “Hacia nosotros venía un monstruo muy ruidoso, levantando mucho polvo y con actitud agresiva”. Así lo estaría sintiendo él, pensé. 

Me bajé y me mantuve junto a él acariciando su cuello y esperando que pasara el quads. Mi caballo tuvo un movimiento nervioso al momento del paso pero pudo superarlo. El monstruo no lo había atacado ni dañado; simplemente había pasado. 

Al otro día volví a transitar el mismo camino y pudimos cabalgar tranquilos a pesar de haber sido superados por motocicletas, quads y bicicletas.

El estar atentos al comportamiento de sus orejas nos advierte muchas veces que una situación potencialmente peligrosa puede evitarse.

Dijimos que percibe mejor los sonidos de baja frecuencia o graves. Esto es importante saberlo porque es mejor enseñarle en voz baja, modulada y serena que en voz alta, gritando y sin modulación.

Quizás podría pensarse que el quitar los pelos que recubren el interior de sus orejas mejorará su capacidad auditiva. Error. Al quitar esos pelos, estamos permitiendo que ingresen parásitos externos e insectos que podrían afectarle seriamente.

Un aspecto que no debemos olvidar es hábito. 

El caballo es un animal de hábitos. Si se acostumbra a una rutina diaria es muy difícil modificarla transitoriamente. 

Por ejemplo, mi caballo comparte pensión con un centenar de caballos, yeguas y padrillos. El pensionado tiene la rutina de dar una ración de avena muy temprano, luego, saca a los animales de sus establos alrededor de las 8 de la mañana. Simplemente se les abre la puerta y ellos solitos se dirigen a los respectivos picaderos o zonas de trabajo. En esos lugares, provistos de bebederos, se les dá una ración (pencas) de alfalfa y allí permanecen hasta las 3, donde se les vuelve a dar alfalfa. Alrededor de las 5 de la tarde se abren las tranqueras de los picaderos y así como salieron, ahora, solitos, cada uno se dirige a su establo. Dentro de los mismos se les dá una segunda ración de avena hasta el otro día. Obviamente, cada establo cuenta con alimentador de avena y bebedero.

Un dato antes de continuar: Es importante humedecer la avena antes de darla para evitar que se hinche dentro de la panza del animal.

En la rutina hay un aspecto que habría que estudiar mejor: La alfalfa y pastos en general, prácticamente no permanecen en el estómago. Pasan directamente al intestino delgado y grueso, siendo en este último que la acción bacteriana permite la asimilación de nutrientes. En cambio, los granos como la avena, permanecen en el estómago el tiempo químico necesario de degradación para que los nutrientes puedan ser extraídos en su paso por el grueso.

Esto es, la avena necesita más acción química de degradación que los yuyos. Entonces habría que dar primero los yuyos, los que pasarán rápidamente por el estómago al intestino delgado y luego los granos, que permanecerán en proceso digestivo un tiempo mayor en el estómago.

Si les diéramos primero la avena y a continuación la alfalfa, muchos granos de avena serán arrastrados del estómago por la alfalfa hacia el intestino. 

Esto lo visualizaremos observando las boñigas (cada una de pelotitas de bosta) defecadas. 

Aparecerán en ellas granos de avena sin procesar. Los mismos fueron arrastrados directamente al intestino delgado y grueso sin el proceso digestivo de los ácidos gástricos que permite “ablandarlos”.

Otro dato a tener en cuenta: Los granos son grandes proveedores de energía. Luego, si esta energía incorporada no puede ser disipada porque el caballo no realiza actividad alguna, dos posibles consecuencias son de fácil ocurrencia. En primer lugar, nuestro caballo engordará más de lo necesario. En segundo lugar, la energía potencial alojada en sus músculos provocará irritación, nerviosismo y deseos de correr. 

Lógico, el caballo busca naturalmente el equilibrio metabólico. La energía excedente debe ser eliminada y esa necesidad biológica puede ser un factor de riesgo.

Es conveniente en esos casos, antes de montarlo, hacerlo caminar, trotar y galopar a la cuerda (en ese orden), a fin de permitir que al subirnos su comportamiento sea más moderado. 

Ya montados podremos hacer más actividades que le favorecerán no solamente en su reacomodamiento energético, sino también en su refuerzo comunicacional con nosotros.

Volviendo a los hábitos que tiene el caballo estabulado, es importante para el jinete conocerlos. Observar su rutina diaria nos indica qué momentos son los más apropiados para montarle, para enseñarle y fundamentalmente para exigirle alguna actividad específica.

Es muy probable que si deseamos montar un caballo a minutos de su ingesta rutinaria de granos (muy apreciados por ellos), su comportamiento va a resultar distraído, desinteresado, molesto y muchas veces PELIGROSO. 

Centauro, el hombre equino

Centauro, el hombre equino



En la mitología griega encontramos a Quirón, un centauro inteligente, sabio y de buen carácter.
Quirón vivía en una cueva del monte Pelión en Tesalia.
Maestro y educador en música, arte, caza, moral, medicina y cirugía.
Fue tutor de grandes héroes epopéyicos y mitológicos como Aquiles, Áyax, Asclepio, Teseo, Jasón, Aristeo, Acteón y Heracles.

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La relación que trato de tener con mi caballo está cimentada en la confianza mutua. Yo soy un predador mientras que mi caballo es una presa. Lograr que no exista ningún tipo de temor entre él y yo es hacerle comprender que no existe ningún motivo para temerme.

Es por ello, que en nuestra relación, la violencia está prohibida.

Debo intentar comprender en todo momento el “lenguaje caballo” para comunicarme con él. Creo que es más racional tratar de aprender su lenguaje que obligar a éste a que aprenda el mío, el “lenguaje humano”. El  secreto: PACIENCIA y mucha OBSERVACIÓN.

Es muy importante para mí observar y analizar el comportamiento equino en cada ocasión que tengo, tanto si estoy en un hipódromo, en un centro hípico, en el campo y fundamentalmente incorporando experiencias de otros en relación al comportamiento de sus caballos.

Persigo establecer con mi caballo una relación en la que no prime la fuerza. Sí la persuasión. Y para ello debo encontrar en cada enseñanza el “modo caballo” de transmitirla.

Tengo un “lenguaje caballo” y debo encontrar un “modo caballo” de enseñar.

Nada fácil, pero posible.

Si la confianza es mutua, la enseñanza y el aprendizaje van surgiendo naturalmente, sin esfuerzos para ninguno. Al contrario, un caballo que confía en su jinete es un caballo seguro, equilibrado, que disfruta de la compañía humana.

Mi caballo ya estaba “domado” antes de adquirirlo pero debido a distintos factores que modifican su conducta en el día a día o reacciones ante estímulos desconocidos hasta ese momento, el caballo necesita aprender  todos los días.

Todos los días debemos hacer que su energía potencial de fuga trabaje en beneficio de un comportamiento armónico, suelto, descontracturado y libre de alertas (o por lo menos, libre de la mayor cantidad de alertas posibles). Si la energía potencial almacenada en sus músculos es liberada por acción de su instinto escapista, la posibilidad de un accidente importante es viable.

El caballo se desbocó suele escucharse. O también: es imposible frenarlo!.

No se trata de lograr docilidad o sumisión. Es importante que el caballo, en compañía con su jinete encuentre SEGURIDAD. Aún el caballo dominante necesita sentirse seguro.

Mi comunicación con el caballo parte de lo gestual. Con el tiempo voy compartiendo sonidos para, de a poco, introducir vocablos específicos que el caballo pueda asociar con alguna acción determinada. De algún forma mi cuerpo debe ir acoplándose a su cuerpo de modo de transmitirnos estados de ánimo y de comportamiento.

También, dentro del lenguaje utilizo mi respiración y mi aliento. Lo hago porque ellos lo hacen. Utilizo el hablarles muy bajo cerca de los ollares, tratando de intercambiar nuestra respiración. Cuando percibo que se produce cierta armonía, con mis manos acariciando su cuello, susurro en sus oídos. Si la empatía ocurre, el caballo disminuye su frecuencia respiratoria. Esto lo hago cada vez que veo a mi caballo y fundamentalmente, si percibo que está nervioso o en un alerta llamativo. Es una manera de reafirmar en cada encuentro nuestra CONFIANZA mutua.

Nuestra tendencia natural es impartir órdenes utilizando la fuerza, el temor, el sometimiento. 

Con el caballo no se debería de proceder de ese modo. Pues, seguramente se obtendrán caballos sumisos que obedecerán órdenes, pero nunca ocurrirá la magia de mancomunar dos especies antagónicas en una alianza que increíblemente las potencia a ambas.

Podríamos irnos hacia el otro extremo. Muchas veces fracasamos en nuestra relación con el caballo porque pretendemos humanizarle. Diría que hasta pretendemos que entienda nuestra manera de pensar. El caballo es caballo, es una presa irracional. Y nosotros somos seres humanos, predadores racionales.

En consecuencia, nos cabe la responsabilidad de entenderles a ellos y no ellos a nosotros.

Estamos obligados a comprender su etología si pretendemos construir con ellos una asociación provechosa para ambos.

A veces observamos que cuando dos caballos van a un bebedero, uno de ellos muerde al otro obligándole a esperar su turno para beber. Esto es así porque el caballo vive en manada (es gregario) y posee un ordenamiento jerárquico. Hay un caballo dominante y hay un caballo que obedece. Así de simple, así de sencillo. Luego, si pretendo que mi caballo me considere su líder debo tomar yo agua antes que él. El caballo dominante de la manada bebe primero.

Bien, de este hecho observado surge un pequeño truco que permite establecer liderazgo frente a él sin castigos ni dolor: Cada vez que voy al bebedero, impido que mi caballo tome agua primero. Aquí puedo aplicar cualquiera de las consignas de detención que le hayamos enseñado. Luego, con mi caballo detrás de mí, introduzco la mano en el bebedero, la sacudo y la vuelvo a introducir (para él estoy bebiendo primero). Espero unos segundos y permito que beba él. Cuando termina de beber  me retiro del bebedero y para sorpresa, mi caballo me sigue sin darle ningún tipo de consigna. Sencillamente, el caballo aceptó el liderazgo naturalmente. No hubo que golpearlo, asustarlo con rebenque o fusta, ni siquiera hacer un movimiento brusco. Tan solo tuve que observar cómo se comportan ellos para imitar su comportamiento. Comprendí el lenguaje caballo y encontré un modo caballo de transmitirlo.

Comprendiendo el “lenguaje caballo” por observación, encontramos un “modo caballo” de transmitirlo.

Del mismo modo podemos observar que cuando dos caballos amigos se acicalan, se ubican a cada lado y mirándose respectivamente sus grupas. De este modo cada uno protege la cola del otro. Así dispuestos se muerden entre el pelo sacándose parásitos o restos de maleza adherida.

En “lenguaje caballo” sería: soy tu amigo te limpio; eres mi amigo y me limpias.

Si mi caballo me mordiera suavemente estando yo a su lado al momento de cepillarlo, por ejemplo, (obsérvese que estoy posicionado del modo en que ellos lo hacen, o sea, el hacia mi cola y yo hacia su grupa), se podría configurar una situación de amistad. Esto no tiene que ocurrir porque yo soy su líder, su “caballo dominante”, luego debo en “lenguaje caballo”, encontrar un “modo caballo” de explicárselo.

¿De qué modo? Y otra vez la observación. Si el caballo hubiera mordido amistosamente al caballo dominante de la manada, éste lo hubiera reprendido con una mordida de advertencia y seguramente le hubiera levantado sus manos. Entonces, puedo utilizar un pequeño codazo (ellos lo sienten como una mordida), una gesticulación de brazos y un ¡NO! Seco. El comprenderá sin más.

Es importante que el hecho correctivo o la acción de delimitación jerárquica se haga en el momento de la ocurrencia de la acción a modificar dado que el caballo no posee raciocinio humano y jamás entendería si corrigiera su proceder 5 minutos más tarde.

Tengamos presente que nuestro caballo tratará reiteradamente de probar que somos su líder, por ello, debemos estar atento a mostrarle en cada circunstancia que sí lo somos.

En realidad no hay una receta que permita vincularme con mi caballo. Lo más seguro es que ambos aprendemos con el avance de nuestra relación.

También cometemos errores. Esto último nos cabe a nosotros, los humanos. Los caballos no cometen errores porque son caballos, no busquemos más causas. Somos nosotros los que no hemos interpretado alguna señal de ellos y entonces interpretamos como errada determinada conducta. Seguramente si hubiéramos observado mejor, hubiésemos dado las “instrucciones caballo correctas” y la conducta hubiere sido otra.

Si encontramos nuestros errores podremos corregirlos. Para ello debemos estar siempre abiertos a analizar si la conducta o actitud de nuestro caballo no fue producto de acciones erradas por parte nuestra.

Es importante considerar también que mucho de lo que haga nuestro caballo es producto de su genética y de la relación que tuvo con su madre. También es importante el entorno en el que vive y como lo tratan.

Muchas veces podemos encontrar a nuestro caballo nervioso y nada tuvo que ver su genética ni su madre. El petisero o encargado de los establos puede haber tenido una relación violenta con él, o simplemente su establo está mal ubicado.

Ocurre que si el establo de mi caballo esta en medio de los establos de dos caballos dominantes, su estrés será importante porque se encontrará en medio de la lucha de dos liderazgos.

Hay muchos factores que influyen constantemente en el desenvolvimiento de su carácter. Es por ello que al relacionarnos con él debamos observar permanentemente su actitud. De una correcta apreciación surgirán consignas entendibles para el caballo y los tiempos de aprendizaje estarán en armonía con los tiempos de atención y asimilación que el caballo posee.

Nuestra tarea es hacer de cada encuentro con él un momento de aprendizaje mutuo. Yo aprenderé alguna señal o conducta nueva y él aprenderá a realizar acciones de manera más natural.

Por qué digo esto último?

Ocurre que naturalmente el caballo no recula, no galopa a la mano, no realiza los giros cruzando las manos, etc., etc., etc. Las aprende del domador en su período de doma.

Si logramos que realice estas actividades prácticamente sin ayudas habremos logrado no solamente enseñarle, habremos hecho de nuestro caballo un animal más armónico y seguro en sus movimientos, habremos introducido en él un modo de muscular sus extremidades con menor riesgo de daños, etc.

Si logramos caminar, trotar a derecha e izquierda a la mano, si asimismo el galope a derecha e izquierda se realiza también a la mano, si producimos transiciones prácticamente imperceptibles, si el frenar puede realizarse en transición o en seco, si reculamos, si al galopar o trotar en redondo logramos una incurvación natural, habremos básicamente encontrado el modo de andar con nuestro caballo como CENTAUROS.

No olvidemos que el caballo está permanentemente en estado de observación y alerta. Sus ojos le permiten ver prácticamente los 360º. Salvo por detrás de su cola y por delante de su nariz, PUNTOS CIEGOS, su visión es completa pero independiente.

Lo que ve con su ojo derecho no lo coordina cerebralmente con lo que ve con su ojo izquierdo. Es común que con su ojo derecho esté mirando un perro acercándose y con su ojo izquierdo esté mirando como lo cepillamos. Si el perro se acerca a una distancia que él pueda considerar de peligro, su ojo derecho enviará esa advertencia y su condición escapista activará sus músculos. Prontamente nos encontraremos con nuestro caballo chocándonos al intentar escapar del supuesto peligro.

Podemos hacer en este punto algunas consideraciones:

Hay que estar siempre atentos a nuestro caballo.

Podrá ser extremadamente dócil y cooperativo, pero es caballo. La observación en el día a día de las cosas que lo perturban o lo asustan, nos permitirá encontrar el modo de mostrarle que no lo dañarán, que no son peligrosas y si lo fueran, deberemos tener la tranquilidad necesaria para que nuestro caballo las pueda aceptar al amparo de la seguridad que le transmite su jinete. 

Esa tranquilidad es sinónimo de seguridad. Si su líder está tranquilo y seguro, él también lo estará. 

Recordemos lo de su visión y la imposibilidad que tiene de asociar lo que ve cada uno. Es por ello que, todo lo que enseñamos a nuestro caballo por el lado izquierdo lo debemos enseñar por el lado derecho pues no solamente su visión es bipartita, su cerebro trabaja en dos mitades, izquierda y derecha, de modo independiente.

Tuve un caballo al que nunca se le había enseñado a montarle por la derecha (hecho que a veces intentan las personas zurdas). El día que intentaron montarlo, al momento de estar el jinete en posición de cruzar su pierna izquierda, levantó su manos y se corrió. Obviamente el jinete casi acaba en el piso. Claro, nunca había visto su ojo derecho esa acción que lo tomó por sorpresa y le causo miedo. Su cerebro izquierdo que había procesado infinidad de montadas por el lado izquierdo no informó a su cerebro derecho de esta circunstancia.

Quizá, ocurra como en los humanos y las cosas estén cruzadas: cerebro derecho ojo izquierdo y cerebro izquierdo con ojo derecho. No lo sé. Sé que cada lado del caballo es independiente y requiere la misma enseñanza.

El caballo posee una buena memoria de todo aquello que aprende, pero para que aprenda hay que reiterar muchas veces cada enseñanza. PACIENCIA es la cualidad que debemos tener. Pensemos que él también la tiene al permitirnos montarnos.

Así como sabemos que el caballo es asustadizo por naturaleza, también es muy pero muy CURIOSO.

Si entramos en algún campo, pisadero, etc., donde haya caballos sueltos, podremos comprobar que al vernos, primero nos observan, si avanzamos, rápidamente de alejan, pero si nos inclinamos y no los miramos, poco a poco comenzarán a acercarse para analizar quienes somos y que hacemos. Si nuestra actitud es amigable podemos conseguir que huelan nuestra mano, que huelan nuestra respiración. Estamos a muy poca distancia de establecer vínculos. 

He ahí la tarea. Establecer vínculos de confianza mutua. Ni él me teme a mí porque no ve en mí a un predador ni yo le temo a él, porque no persigo dañarlo. Naturalmente esa honestidad de comportamiento se fusiona y comienza la posible conformación del CENTAURO, del HOMBRE-CABALLO que significará nuestra asociación.

Es obvio que nuestro caballo fue domado por un profesional y que fue descosquillado desde potrillo. Sin embargo yo pongo mucho énfasis en la caricia general antes del cepillado. Procedo a acariciar su columna para detectar si tiene puntos de dolor y a su vez para comenzar a conectarme. Luego respiro en sus ollares y acaricio su cuello, si la relación lo permite porque no hay distracción importante, apoyo mi frente en su frente, ubico mis manos en cada quijada y respiro en sus ollares. Terminada esta catarsis prosigo acariciando la región de la cruz, su lomo, su grupa. Doy pequeños masajes a sus manos y patas y trato de acariciar mucho sus puntos vulnerables: pecho, panza y la zona del codillo y babilla. Me parece que está relajado cuando hace ciertos ruidos al respirar y me deja acariciar su hocico, jugando con sus labios.

En el cepillado aprovecho para cepillar masajeando en círculos. Utilizo un cepillo de cerdas sintéticas duras que remueve pelo viejo y suciedad. Luego procedo a realizar un segundo cepillado circular con cepillo de cerda natural blando. Con este cepillo quito suciedad en quijadas. Las crines, flequillo y cola, las desenriedo con un cepillo metálico de dientes separados. 

Fundamentalmente la cola, que le dejo larga para que pueda espantarse insectos molestos, recibe un peinado que la desenrieda por completo pues además de innumerables nudos que se forman, se atrapan restos de suciedad, del material de la cama, etc.

Si su relajación luego del cepillado es alcanzada le doy unos tirones desde la cola para relajar su columna. Es común observar que en esta circunstancia baje su cabeza procurando estirar toda su columna produciendo movimientos musculares en su lomo y su grupa.