miércoles, 27 de febrero de 2013

Hábitos, nutrición y comportamiento

Hábitos, nutrición y comportamiento



Quirón, el célebre centauro mitológico, al morir, ascendió al cielo y se convirtió en la constelación Sagitario.
A Quirón se lo considera el primer veterinario pués aplicó sus conocimientos médicos para curar a los animales.

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Dado que el sentido del oído del caballo está muy desarrollado es necesario observar sus orejas. 

El modo de orientarlas puede ayudarnos a predecir muchas conductas. 

Básicamente, el caballo orienta sus orejas hacia el lugar donde se ha producido la fuente sonora detectada.

Escucha mejor los sonidos graves que los agudos o estridentes. Su alcance es importante. Es normal que escuche a otros caballos relinchar y nosotros no oirlos.

Si tiene sus orejas bien erguidas y en movimiento, es que está alerta y vigilante a la fuente sonora. Ocurre normalmente que si le hablamos estando montados, oriente una de sus orejas hacia nosotros y la otra permanezca en movimiento, detectando las distintas fuentes sonoras de su entorno.

Si sus orejas se inclinan hacia adelante es probable que la fuente sonora le esté inquietando. 

Lo óptimo sería tratar de visualizar si el sonido puede estar asociado a algún elemento que pueda producirle miedo.

Cierta vez, cabalgando por un camino de tierra, noté a mi caballo modificar el movimiento de su cabeza. Orientó sus orejas hacia adelante y cambió su mirada. En segundos un quads se vió a lo lejos viniendo hacia nosotros. Al acercarse, algo modificó su actitud: Se puso muy nervioso. Obviamente nunca había visto un quads y oído su ruido. 

Traté de pensar como caballo: “Hacia nosotros venía un monstruo muy ruidoso, levantando mucho polvo y con actitud agresiva”. Así lo estaría sintiendo él, pensé. 

Me bajé y me mantuve junto a él acariciando su cuello y esperando que pasara el quads. Mi caballo tuvo un movimiento nervioso al momento del paso pero pudo superarlo. El monstruo no lo había atacado ni dañado; simplemente había pasado. 

Al otro día volví a transitar el mismo camino y pudimos cabalgar tranquilos a pesar de haber sido superados por motocicletas, quads y bicicletas.

El estar atentos al comportamiento de sus orejas nos advierte muchas veces que una situación potencialmente peligrosa puede evitarse.

Dijimos que percibe mejor los sonidos de baja frecuencia o graves. Esto es importante saberlo porque es mejor enseñarle en voz baja, modulada y serena que en voz alta, gritando y sin modulación.

Quizás podría pensarse que el quitar los pelos que recubren el interior de sus orejas mejorará su capacidad auditiva. Error. Al quitar esos pelos, estamos permitiendo que ingresen parásitos externos e insectos que podrían afectarle seriamente.

Un aspecto que no debemos olvidar es hábito. 

El caballo es un animal de hábitos. Si se acostumbra a una rutina diaria es muy difícil modificarla transitoriamente. 

Por ejemplo, mi caballo comparte pensión con un centenar de caballos, yeguas y padrillos. El pensionado tiene la rutina de dar una ración de avena muy temprano, luego, saca a los animales de sus establos alrededor de las 8 de la mañana. Simplemente se les abre la puerta y ellos solitos se dirigen a los respectivos picaderos o zonas de trabajo. En esos lugares, provistos de bebederos, se les dá una ración (pencas) de alfalfa y allí permanecen hasta las 3, donde se les vuelve a dar alfalfa. Alrededor de las 5 de la tarde se abren las tranqueras de los picaderos y así como salieron, ahora, solitos, cada uno se dirige a su establo. Dentro de los mismos se les dá una segunda ración de avena hasta el otro día. Obviamente, cada establo cuenta con alimentador de avena y bebedero.

Un dato antes de continuar: Es importante humedecer la avena antes de darla para evitar que se hinche dentro de la panza del animal.

En la rutina hay un aspecto que habría que estudiar mejor: La alfalfa y pastos en general, prácticamente no permanecen en el estómago. Pasan directamente al intestino delgado y grueso, siendo en este último que la acción bacteriana permite la asimilación de nutrientes. En cambio, los granos como la avena, permanecen en el estómago el tiempo químico necesario de degradación para que los nutrientes puedan ser extraídos en su paso por el grueso.

Esto es, la avena necesita más acción química de degradación que los yuyos. Entonces habría que dar primero los yuyos, los que pasarán rápidamente por el estómago al intestino delgado y luego los granos, que permanecerán en proceso digestivo un tiempo mayor en el estómago.

Si les diéramos primero la avena y a continuación la alfalfa, muchos granos de avena serán arrastrados del estómago por la alfalfa hacia el intestino. 

Esto lo visualizaremos observando las boñigas (cada una de pelotitas de bosta) defecadas. 

Aparecerán en ellas granos de avena sin procesar. Los mismos fueron arrastrados directamente al intestino delgado y grueso sin el proceso digestivo de los ácidos gástricos que permite “ablandarlos”.

Otro dato a tener en cuenta: Los granos son grandes proveedores de energía. Luego, si esta energía incorporada no puede ser disipada porque el caballo no realiza actividad alguna, dos posibles consecuencias son de fácil ocurrencia. En primer lugar, nuestro caballo engordará más de lo necesario. En segundo lugar, la energía potencial alojada en sus músculos provocará irritación, nerviosismo y deseos de correr. 

Lógico, el caballo busca naturalmente el equilibrio metabólico. La energía excedente debe ser eliminada y esa necesidad biológica puede ser un factor de riesgo.

Es conveniente en esos casos, antes de montarlo, hacerlo caminar, trotar y galopar a la cuerda (en ese orden), a fin de permitir que al subirnos su comportamiento sea más moderado. 

Ya montados podremos hacer más actividades que le favorecerán no solamente en su reacomodamiento energético, sino también en su refuerzo comunicacional con nosotros.

Volviendo a los hábitos que tiene el caballo estabulado, es importante para el jinete conocerlos. Observar su rutina diaria nos indica qué momentos son los más apropiados para montarle, para enseñarle y fundamentalmente para exigirle alguna actividad específica.

Es muy probable que si deseamos montar un caballo a minutos de su ingesta rutinaria de granos (muy apreciados por ellos), su comportamiento va a resultar distraído, desinteresado, molesto y muchas veces PELIGROSO. 

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