lunes, 8 de abril de 2013

De la domesticación equina


De la Domesticación Equina

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Domesticar un caballo es acostumbrarlo a convivir e interactuar con seres humanos.

Existen 4 factores que resultan de vital importancia en la domesticación. 

El primero de ellos es el conocimiento; conocimiento que debe tener el domesticador de la etología equina y conocimiento que debe tener de sí mismo. 

Conoce a tu caballo y conócete a ti mismo es la consigna que debiera adoptarse como punto de partida.

Como segundo factor en la domesticación debemos resaltar la confianza. El arte de la domesticación se dá en la confianza mutua. Por lo tanto, el predador en este caso el ser humano y la presa específicamente el caballo, deben confiar el uno en el otro. 

Dado que el equino está naturalmente dotado para el escapismo, desde el primer contacto debemos transmitir pasividad y mansedumbre. Por ejemplo, al acercarnos a un caballo que no conocemos nuestro cuerpo debe adoptar una posición que emane tranquilidad, deben evitarse posiciones agresivas, movimiento ampulosos de brazos, manos abiertas en posición de garras, etc. 

En consecuencia es importante que los brazos permanezcan caídos y cerca del cuerpo, la cabeza inclinada hacia abajo y la mirada no enfocada al equino, ese posicionamiento permite acercarnos a un caballo sin activar los alertas de huída.

Tercer factor de relevante importancia es el tiempo, en realidad, el tiempo-caballo. El tiempo que insume la domesticación equina está regido por el tiempo de asimilación que cada equino en particular posea. Jamás debemos pretender obligar a que el tiempo de aprendizaje se vincule con nuestras expectativas de progreso y menos que esté en función de un tiempo contractual de trabajo.

El equino realiza progresos de aprendizaje y acepta al ser humano en etapas sucesivas. Esas etapas deben transitarse de acuerdo a la calidad de recepción de las mismas y repetirse tantas veces como sea necesario para que cada elemento de aprendizaje adquirido quede fijo y se incorpore como conducta nueva.

No olvidar que estamos incorporando códigos nuevos de conducta que deben armonizar con los códigos de conducta propios que posee el equino en estado natural.

La domesticación es la naturalización de la actitud equina. Actitudes y códigos humanos son incorporadas por persuasión y repetición en el vademécum de actitudes equinas. El equino aprende a caminar hacia atrás, a doblar a izquierda y derecha por giro de cabeza mediante un gesto humano determinado, aprende a cambiar los aires según gusto del jinete, sabe cuando frenar y cómo hacerlo, etc.

Toda domesticación que no respete los tiempos equinos obtiene una relación hombre-equino adversa. El equino podrá ejecutar mil y una prueba pero su cuerpo no se moverá naturalmente y sufrirá de problemas musculares, articulares, neurológicos, psicológicos, de conducta, entre otros.

El cuarto factor es el mando que se deberá ejercer durante el tiempo de domesticación y en la relación general hombre-caballo. El caballo, naturalmente, es un animal de manada donde existe una relación jerárquica que permite la convivencia y que se expresa según conductas de dominancia. En consecuencia, el caballo tratará siempre de ejercer dominancia sobre su domesticador o sobre su jinete.

Luego, a efectos de establecer dominancia del hombre sobré él de manera que la domesticación sea eficiente y eficaz, el mando debería poseer sabiduría, sinceridad, disciplina y benevolencia.

Sabiduría para permitirnos aprender del equino todo lo concerniente a su comportamiento.

Sinceridad porque en todo momento debemos ser sinceros con el caballo. El debe instintivamente comprender que la domesticación conlleva a un disfrutar juntos una relación “centauro”. Debemos desechar cualquier metodología que conlleve castigo físico.

Disciplina porque la domesticación requiere establecer metodologías y rutinas de aprendizaje y evaluación.

Benevolencia porque debemos pensar como equinos y no pretender que ellos piensen como humanos. Comprender y tolerar los instintos del caballo nos acerca a la sabiduría equina.
No comprender lo desventajoso que significa el sometimiento del equino a nuestra voluntad es no comprender lo ventajoso que resulta el establecer una relación armoniosa.

Si el equino es maltratado en su boca, por ejemplo, por utilización de dispositivos agresivos e impericia de riendas su actitud puede parecer violenta y hasta peligrosa. La responsabilidad no recae en el animal sino en el jinete que muchas veces sin saberlo está infligiendo dolor. Ese mismo equino conducido por otro jinete puede parecer el más manso de la tropilla. El equino es el mismo. Varió el jinete. Varió la relación hombre-equino.

Resulta pues de importancia vital que la relación hombre-equino sea óptima desde lo más temprano posible en la vida del animal. Se evitarán conductas viciadas, resabios agresivos, actitudes intempestivas, etc.

La manera más rápida de tener un equino domesticado es insumiendo todo el tiempo equino necesario para llegar a ese objetivo.

El domesticador debe en todo momento crear situaciones que permitan armonizar el tiempo-caballo de aprendizaje con las necesidades que se le pedirá a cada caballo en particular. No será igual la rutina de enseñanza de un caballo de polo que la requerida a un caballo de salto o turf, por ejemplo.

Cuando analizamos el tiempo caballo hay que considerar que ese tiempo está íntimamente relacionado con un tiempo bio-rítmico. Tal es así que hay caballos que aprenden mejor de noche que de día o tarde. Igualmente, debe tenerse en cuenta que rutinas adquiridas pueden conspirar con el tiempo de aprendizaje.

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